Los antiguos jardines mexicas servían a los grandes señores (huey tlatoani) para recreo, lugar de culto y contemplación a sus dioses, para la colección y estudio de las propiedades de la flora y fauna de sus regiones en dominio, y como objeto de demostración de importante majestuosidad y poderío.
Los mexicas usaban el vocablo náhuatl Xoxochitla (“lugar de flores”)para nombrar un jardín en general.
Desarrollaron un amplio conocimiento de la naturaleza, prueba de esto son los cientos de nombres indígenas asignados a muchas plantas, por lo general alusivo a sus propiedades.
Estos conocimientos empíricos de la naturaleza dieron origen al inicio de grandes colecciones de plantas y animales en extensiones de bosque delimitadas como Jardines.
Con base en la horticultura que se practicaba en las chinampas, surgió en el siglo XV la jardinería en suelo firme durante el tiempo de Moctezuma I (1440-1469) quien fundo los Jardines Reales de Tenochtitlán, también en los bosques y manantiales del lugar fue dando lugar a estos espacios donde la cacería de animales entre ellos (liebres, coyotes, zorros, aves, entre otros) y la vegetación eran de suma importancia.
El conocimiento prehispánico que respaldó a los jardines se perdió en gran parte con la llegada de los españoles. Sin embargo, la información que ha perdurado a través del tiempo y la historia, dejan a nuestro México las lecciones de los Tlatoanis, de admirar, estudiar y resguardar y propagar la flora y que mejor testimonio de esto que los antiguos vergeles mexicas.
En este sentido, los Jardines Botánicos en México continúan este legado histórico de resguardo del estudio de la flora y en la actualidad además son de suma importancia en la conservación de especies amenazadas por la extinción y el papel en la Biodiversidad a hoy.
Los invitó a ustedes lectores a fomentar la conciencia y valor de resguardar estos espacios como tesoros de nuestra gran historia como Civilización.
Por: Patricia Contreras